Es uno de los faraones más conocidos del gran público: Tutankamón ha visto cómo su tumba, en el
Valle de los Reyes, cerca de Luxor, Egipto, ha sido víctima de su éxito, al punto de encontrarse seriamente amenazada.
Llamado al rescate en 2009, un equipo de expertos internacionales acaba de terminar su trabajo para una mejor salvaguarda de la tumba subterránea descubierta en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter.
“¡100 años de visitas, tras haber estado sellada durante 3.000! ¿Se imagina el impacto en el estado de la tumba?, comentó este jueves a la AFP Neville Agnew, responsable del proyecto emprendido por el Getty Conservation Institute (GCI), de Los Ángeles (California, EE UU).
“Visitantes, humedad, polvo...”, enumeró Agnew este jueves en un simposio para presentar los trabajos del GCI en Luxor, cerca del Valle de los Reyes.
Desde 2009, el científico ha liderado un equipo de unos 25 especialistas desplegados en el lugar, integrado por arqueólogos, arquitectos, ingenieros y microbiólogos.
Interrumpido durante un tiempo tras la revolución egipcia de 2011 y la inestabilidad política que la siguió, este proyecto fue reanudado más tarde y acaba de finalizar.
La primera etapa fue un estudio exhaustivo, en particular del estado de las famosas pinturas murales color amarillo y ocre que decoran la cámara funeraria del joven faraón Tutankamón, quien reinó hace más de 3,300 años.
Lori Wong, conservadora especializada en murales, buscó sobre todo intentar comprender “la composición material de las pinturas, cómo se prepararon y aplicaron”.
El objetivo: “comprender el estado actual de las pinturas, comprobar si están en peligro y establecer un plan para salvaguardarlas en el futuro”, señaló a la AFP la especialista.
Introducidos en la tumba denominada por los arqueólogos “KV62”, los microscopios de los científicos pudieron inclusive examinar con la mayor precisión las misteriosas “manchas marrones”, características de esta tumba real.
“Pensar en el futuro”
El temor era que estas manchas pudieran convirtirse en una amenaza para las representaciones murales de Tutankamón, pintado en particular junto a la diosa Nut, quien lo recibió en el reino de Dios.
Pero los científicos lograron, gracias a este proyecto de conservación, establecer que se trata de organismos microscópicos muertos desde hace mucho tiempo.
El único problema es que es imposible eliminarlos puesto que están profundamente incrustados en la pintura.
“Hicimos conservación, no restauración”, insistió Agnew. Los intentos de restauración fueron hechos anteriormente, añadió, y subrayó que la misión del GCI era la de estabilizar y conservar el sitio.
“Y, estas manchas marrones son también parte de la historia”, explicó, añadiendo que no han evolucionado desde el descubrimiento de Carter.
Paralelamente, los arquitectos rediseñaron la plataforma donde se ubican los visitantes, para alejarlos de la frágil pared.
En tanto los ingenieros desarrollaron un nuevo sistema de ventilación para limitar los efectos devastadores del dióxido de carbono (CO2), la humedad y el polvo.
Aunque las piezas más bellas del tesoro de Tutankamón pueden apreciarse en el museo egipcio de El Cairo, la tumba alberga aún la momia del faraón, que fue introducida en un cajón de vidrio sin oxígeno con su sarcófago exterior en madera dorada.
Según el arqueólogo egipcio Zahi Hawass, ex ministro de Antigüedades, precursor del proyecto en 2009, “el GCI ha salvado la tumba de Tutankamón”.
“Sin embargo, pienso que tras este soberbio trabajo, deberíamos limitar el número de visitantes”, afirmó a la AFP.
“Si dejamos que el turismo de masas ingrese a la tumba, ésta no durará más de 500 años”, advirtió antes de abogar por anular totalmente las visitas para preservar el lugar.
“Debemos pensar en el futuro”, martilló Hawass.
Ha sido construida una réplica de la cámara funeraria no lejos del Valle de los Reyes, cerca de la casa de Howard Carter. Allí es donde deben ir los visitantes, según Hawass, “pero mucha gente no aceptará esta idea”, se lamentó el arqueólogo.
Llamado al rescate en 2009, un equipo de expertos internacionales acaba de terminar su trabajo para una mejor salvaguarda de la tumba subterránea descubierta en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter.
“¡100 años de visitas, tras haber estado sellada durante 3.000! ¿Se imagina el impacto en el estado de la tumba?, comentó este jueves a la AFP Neville Agnew, responsable del proyecto emprendido por el Getty Conservation Institute (GCI), de Los Ángeles (California, EE UU).
“Visitantes, humedad, polvo...”, enumeró Agnew este jueves en un simposio para presentar los trabajos del GCI en Luxor, cerca del Valle de los Reyes.
Desde 2009, el científico ha liderado un equipo de unos 25 especialistas desplegados en el lugar, integrado por arqueólogos, arquitectos, ingenieros y microbiólogos.
Interrumpido durante un tiempo tras la revolución egipcia de 2011 y la inestabilidad política que la siguió, este proyecto fue reanudado más tarde y acaba de finalizar.
La primera etapa fue un estudio exhaustivo, en particular del estado de las famosas pinturas murales color amarillo y ocre que decoran la cámara funeraria del joven faraón Tutankamón, quien reinó hace más de 3,300 años.
Lori Wong, conservadora especializada en murales, buscó sobre todo intentar comprender “la composición material de las pinturas, cómo se prepararon y aplicaron”.
El objetivo: “comprender el estado actual de las pinturas, comprobar si están en peligro y establecer un plan para salvaguardarlas en el futuro”, señaló a la AFP la especialista.
Introducidos en la tumba denominada por los arqueólogos “KV62”, los microscopios de los científicos pudieron inclusive examinar con la mayor precisión las misteriosas “manchas marrones”, características de esta tumba real.
“Pensar en el futuro”
El temor era que estas manchas pudieran convirtirse en una amenaza para las representaciones murales de Tutankamón, pintado en particular junto a la diosa Nut, quien lo recibió en el reino de Dios.
Pero los científicos lograron, gracias a este proyecto de conservación, establecer que se trata de organismos microscópicos muertos desde hace mucho tiempo.
El único problema es que es imposible eliminarlos puesto que están profundamente incrustados en la pintura.
“Hicimos conservación, no restauración”, insistió Agnew. Los intentos de restauración fueron hechos anteriormente, añadió, y subrayó que la misión del GCI era la de estabilizar y conservar el sitio.
“Y, estas manchas marrones son también parte de la historia”, explicó, añadiendo que no han evolucionado desde el descubrimiento de Carter.
Paralelamente, los arquitectos rediseñaron la plataforma donde se ubican los visitantes, para alejarlos de la frágil pared.
En tanto los ingenieros desarrollaron un nuevo sistema de ventilación para limitar los efectos devastadores del dióxido de carbono (CO2), la humedad y el polvo.
Aunque las piezas más bellas del tesoro de Tutankamón pueden apreciarse en el museo egipcio de El Cairo, la tumba alberga aún la momia del faraón, que fue introducida en un cajón de vidrio sin oxígeno con su sarcófago exterior en madera dorada.
Según el arqueólogo egipcio Zahi Hawass, ex ministro de Antigüedades, precursor del proyecto en 2009, “el GCI ha salvado la tumba de Tutankamón”.
“Sin embargo, pienso que tras este soberbio trabajo, deberíamos limitar el número de visitantes”, afirmó a la AFP.
“Si dejamos que el turismo de masas ingrese a la tumba, ésta no durará más de 500 años”, advirtió antes de abogar por anular totalmente las visitas para preservar el lugar.
“Debemos pensar en el futuro”, martilló Hawass.
Ha sido construida una réplica de la cámara funeraria no lejos del Valle de los Reyes, cerca de la casa de Howard Carter. Allí es donde deben ir los visitantes, según Hawass, “pero mucha gente no aceptará esta idea”, se lamentó el arqueólogo.