Tegucigalpa

La historia detrás de los pequeños callejones de Tegucigalpa y el recuerdo de un pueblo minero

Al recorrer el centro histórico de la capital hondureña se puede observar antiguos callejones y estrechas calles, características del pasado minero
26.02.2024

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Era parte de la vida cotidiana a finales del siglo XVI escuchar por las callejuelas de la vieja Tegucigalpa galopes de caballos o mulas que bajaban de lo alto del cerro El Picacho y San Juancito, cargados de minerales hasta perderse entre los callejones del antiguo poblado.

Aquellos caminos de herradura fueron bien marcados por incontables pasos de bestias y carretas tiradas por bueyes, de tal manera que hoy en día todavía se percibe en las estrechas calles y avenidas el ambiente colonial que da vida al corazón histórico de la capital.

Un ejemplo de ese viaje al pasado es el callejón de La Vaca, en el barrio La Ronda. Por ese lugar cruzaban machos, mulas y asnos jineteados o cargados, como único medio de transporte en ese tiempo. “Tengo 40 años de vivir en este lugar y, según lo que me han contado, por aquí era el trayecto que pasaban con vacas y caballos hacia San Juancito”, narró Carlos Banegas, residente del antiguo callejón.

Con relación a este tema, el historiador Daniel Vásquez expresó que estas estrechas vías “nos transportan al tiempo de la época colonial y resalta la importancia de Tegucigalpa como un pueblo minero, que es una de las características principales”.

Y es que la actual capital de Honduras nació como un pueblo minero en las faldas de El Picacho, adquiriendo la misma estructura de toda la América Española. Según los historiadores, este poblado fue oficializado por los españoles con el nombre de Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa en 1578.

Para 1762 fue ascendido a la categoría de Villa, con el nombre de Real Villa de San Miguel de Heredia de Tegucigalpa, en 1821 Tegucigalpa recibió el título de ciudad, y en 1880 le fue trasladada la categoría de capital de Honduras.

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Vásquez indicó que esta ciudad tiene su origen en la época prehispánica como un asentamiento de origen lenca y con influencia lingüística del náhuatl, “por lo que la interpretación toponímica de Tegucigalpa se deriva de la palabra Tecuzincalpan, de la lengua náhuatl que se traduce como ‘en la tierra del pequeño señor’, haciendo alusión a que este poblado se encontraba dentro de un señorío indígena mayor”.

Añadió, que hay otras traducciones de este nombre como “el lugar de las piedras pintadas”, “en la casa del gran señor”, “lugar de residencia de los nobles”, “señor en los palacios reales” o “la casa de las piedras puntiagudas”.

El experto expuso que Tegucigalpa no significa “cerro de plata”, como popularmente se ha conocido, “pues cualquier interpretación toponímica que se haga, ninguna nos llega a afirmar que Tegucigalpa significa “cerro de plata”, pues las comunidades indígenas desconocían el valor de este mineral.

Categoría

En 1578 se nombra la ciudad como Real Villa de San Miguel de Tegucigalpa de Heredia. Su extensión llegó hasta la vecina Comayagüela tanto que para 1880 se declararon que juntas serían la capital política de Honduras.

Por su parte, el experto en historia, Antonio Pineda, refirió que esta ciudad, al igual que Yuscarán, Cedros, Santa Lucía y otros pueblos del circuito minero, se caracterizan por tener callejuelas y callejones estrechos y empedrados, pues eran caminos de herradura donde pasaban bestias cargadas de minerales en la época colonial, principalmente en el siglo XVII.

“Simple y sencillamente el centro histórico de Tegucigalpa empezó siendo un mineral español, sin ser planificado al futuro para una ciudad”, indicó.Mencionó que las calles que se conocen ahora como avenidas Cervantes, Jerez, avenida (cuesta) Lempira, Colón, Gutenberg y la avenida Paz Barahona, fueron la base donde comenzó el poblado de Tegucigalpa.

Ley patrimonial

Por otra parte, el Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), recordó que el centro de la capital comparte características con otros pueblos como San Antonio de Oriente y Santa Lucía debido tienen un origen minero y las vías sólo estaban hechas para que pasaran bestias o carretas cargadas de minerales, desde ese momento “sus calles son estrechas y empedradas, en mucho de los casos”.

Según datos del IHAH, el tipo de pavimento de estos lugares da indicio sobre su antigüedad y valor patrimonial.“Tiene una función ecológica, pues muchos de los empedrados son permeables y permiten absorber mucha de la humedad de las viviendas de adobe, pues recordemos que en el centro hay muchas casas que son de adobe y piedra”, dijo Alejandra Gámez, jefe de la Unidad de Centros Históricos del IHAH.

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En cuanto a la protección, autoridades del IHAH indicaron que la Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación es la encargada de regular estos lugares culturales. Asimismo, los distintos reglamentos de los centros históricos.

Dato

Alberto Membreño afirmaba que la palabra Tegucigalpa se deriva de cuatro términos náhuatl: tetl, huistli, calli, pan, que significa: “En las casas de las piedras puntiagudas”.

Y al momento de la restauración de calles y callejones con evidencia antigua, se tiene que consultar con IHAH para que dictamine los reglamentos de preservación según la ley. “Las comunidades por lo general saben cuando una calle es antigua y tiene cierto valor histórico”, recalcó Gámez.

También dio a conocer que es importante realizar estudios arqueológicos cuando se hacen rupturas de vías, cambios de pavimento e instalaciones sanitarias.

A pesar de la modernidad del siglo XXI, donde ya no se escuchan los tropeles de caballos ni carretas arrastradas por bueyes, sino más bien los sonidos de los carros manejados por conductores que hacen malabares con el timón por las estrechas vías, pues no fueron diseñadas para este tipo transporte, el corazón de Tegucigalpa todavía ofrece esos rincones con sabor colonial donde el ojo del explorador puede recorrer con curiosidad y agrado.

Al realizar este viaje, el visitante puede observar callejuelas que se abren entre pendientes elevadas que alguna vez fueron de tierra y piedra y vueltas como las de La Leona que serpentean hasta llegar al parque del mismo nombre.

Asimismo, el turista puede escalar cuestas convertidas en gradas como las de la calle La Ronda, después de la Escuela Morazán, siguiendo hacia La Cabaña, luego a Tierra Colorada, hasta llegar nuevamente al parque.

En él puede tomar su momento de descanso y contemplar las diferentes estructuras antiguas como la Casa Walther o Trocadero, construida en los primeros años del siglo XX, así como tener una vista del centro de la ciudad, bajar por la cuesta de Las Damas hasta llegar a la avenida Jerez, donde esperan ansiosos viejos edificios con sus avenidas históricas.

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