Tegucigalpa, Honduras.- El 2025 dio inicio y con él la sensación de tener ante nosotros un lienzo en blanco lleno de posibilidades. Sin embargo, ¿cuántas veces las resoluciones de Año Nuevo se desvanecen antes de que termine el mes de enero?
En palabras de la psicoterapeuta Helen Maradiaga, “el verdadero éxito en la adopción de nuevas rutinas radica en comprender cómo funciona nuestra mente frente a la resistencia al cambio”.
Porque adaptarse al siguiente plan requiere más que disciplina; es un proceso arraigado a la psicología.
El cerebro humano, diseñado para ahorrar fuerzas, tiende a resistirse a lo desconocido, por lo que esta inercia mental, conocida como “efecto status quo”, nos impulsa a preferir la familiaridad de nuestras rutinas previas, incluso si no son óptimas.
“Cuando queremos adoptar nuevos hábitos, o incluso nuevas formas de pensar, no es que no tengamos voluntad, solo nos enfrentamos a un mecanismo de protección que prioriza lo seguro sobre lo nuevo”, explicó la experta.
Medidas conciliadoras
Para superar esta barrera resulta clave identificar los beneficios emocionales que se buscan con el cambio. Por ejemplo, alguien que desea ejercitarse podría enfocarse en cómo eso incrementa su bienestar emocional y no solo en el objetivo físico.
“Las emociones son el motor del cambio. Sin una conexión emocional fuerte, el esfuerzo se disipa con rapidez”, añadió la especialista.
Un error común es intentar cambiar muchos aspectos a la vez. La ciencia sugiere que implementar los nuevos hábitos de forma gradual aumenta significativamente las probabilidades de éxito; esto se debe a que cada hábito instaurado fortalece nuestra identidad.
Aquí entra en juego el concepto de microhábitos, que consiste en implementar cambios pequeños y manejables —como tomar un vaso con agua al despertar— que tienen un mejor impacto a mediano y largo plazo.
“Pensar en los hábitos como un acto de amor propio nos permite darles un significado más profundo y duradero. Debemos valorarlos como el futuro en el que deseamos habitar”, concluyó Maradiaga.