Honduras le apuesta a un programa de educación digital que plantea la conectividad en 10 mil escuelas para 2026. Actualmente el oriente del país es de los puntos más rezagados en tecnología
Sequía y naturaleza implacable golpean al país: “De crisis por pandemia a otra por la naturaleza”
Honduras tenía 57 municipios en alerta verde, pero ahora el mapa quedó completamente en rojo y amarillo. Alcaldes de los municipios con alerta roja se quejan de que el gobierno no atiende los efectos del cambio climático y que ha politizado la entrega del bono tecnológico
Los expertos piden ponerle mucha atención al desarrollo de el fenómeno de El Niño ya que por el momento se presenta débil, pero podría cambiar sus efectos en la medida pasan los meses.
mié 6 de septiembre de 2023 a las 0:0
06:41 min. de lectura
TEGUCIGALPA, HONDURAS. A pesar de estar en la temporada de invierno, el mapa de la sequía sigue alertando de su impacto en todo el país. La anomalía climatológica, producto del fenómeno de El Niño no solo amenaza la seguridad alimentaria, sino también la salud, la educación de las poblaciones más vulnerables, incrementando también por otro lado las migraciones.
Las advertencias del Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos) así como un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) elaborado en conjunto con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advierte de la situación crítica que puede enfrentar Honduras en 2023 y años consecuentes.
De acuerdo con el estudio, Honduras es uno de los países de América que más sufre el impacto del cambio climático, lo que se traduce en sequías, inundaciones destructivas y un considerable aumento en los niveles del mar que amenaza a las poblaciones costeras, situación que ya es muy evidente en el litoral pacífico.
El país todavía no logra recuperarse del impacto de la pandemia del covid 19 y de los daños devastadores que dejaron las tormentas Eta y Iota en 2020.
Además de estas arremetidas de la naturaleza, los hondureños han tenido que soportar administraciones gubernamentales convulsas incapaces de implementar verdaderas políticas de prevención y gestión de riesgo, por lo que los afectados tienen que enfrentar los estragos de los fenómenos climáticos con sus propios recursos y esfuerzos.
De acuerdo con el estudio de la FAO y del PMA, alrededor de 2.6 millones de hondureños sufrieron inseguridad alimentaria aguda entre junio y agosto de 2022. Para el este año las proyecciones no son muy halagadoras, ya que el Niño, por un lado, podría reducir las lluvias y por otro aumentar las lluvias y temperaturas en comparación con años anteriores.
Históricamente este país ha tenido una franja de territorio en constante crisis de producción de alimentos como efecto de las sequías y la aridez de la tierra. En el denominado corredor seco la falta de agua superficial y subterránea siempre ha sido cronológico, no obstante, este año a raíz de la intensificación del cambio climático, el fenómeno seco abarca a todo el país.
A finales de agosto la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) informó que 57 municipios que permanecían en alerta verde pasaban a sumarse a los 101 municipios en alerta amarilla, haciendo ahora un total de 158 municipios bajo esa clasificación; mientras tanto 140 municipios continúan en alerta roja
La teoría de la gestión de riesgos define la alerta roja como una advertencia de impacto directo y sostenido de un fenómeno en un determinado lugar, zona o región con daños a las personas, los bienes materiales, la infraestructura y el medio ambiente. Para su atención requiere de una documentación y contabilización de los daños y una intensificación de las acciones estatales para atender la emergencia.
La alerta amarilla indica que el evento representa un peligro inminente para el territorio, ya que amenaza con causar daños a las vidas y a los bienes materiales. El aviso tiene como fin entrar en un periodo de prevención, ya sea con asistencia técnica o ayuda alimentaria, así como con fortalecimiento a la infraestructura.
En un boletín, la Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales e instituciones que forman parte del Comité Técnico Interinstitucional y la Red Humanitaria, informó que ya están realizando diversas acciones, como “la entrega de ayuda humanitaria en sectores afectado por la sequía meteorológica”.
Abandono y politización
Aunque en los informes las instituciones encargadas de atender la crisis generada por la sequía hablan de una gran atención a la problemática, en el área rural el discurso oficial dista mucho de la realidad.
En el campo es evidente que el gobierno actual y los anteriores no han diseñado una estrategia para enfrentar este desafío de la naturaleza. No han pasado de la única acción de repartir políticamente el denominado “bono tecnológico”.
De acuerdo con el portal de la Dirección de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (Dicta) de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, solo el año pasado el gobierno destinó 700 millones de lempiras para esta ayuda que presuntamente tiene como fin garantizar la seguridad alimentaria de las familias más pobres de país.
El apoyo, que consiste en un paquete de 20 libras semilla de maíz, 40 de frijol, una bolsa de urea y otra de fertilizante, según la denuncia de los alcaldes, la SAG se la entrega al coordinador del partido Libertad y Refundación (Libre) de cada municipio para que él la reparta entre los fieles al ente político. Esto no es nuevo, lo acostumbró también el partido Nacional y Liberal cuando estuvieron en el poder, dijeron.
Esta persona, además de repartir el bono a los agricultores afines políticamente, también se los da a activistas que no producen nada, quienes lo venden a otros productores, convirtiendo la ayuda en un negocio.
“Cuando la gente humilde llega a solicitarlo les dicen: ‘no, vos no me apoyaste, a vos no’”, lamentó Olman Yanil Padilla, alcalde de Mangulile, Olancho.
De acuerdo con Padilla, Mangulile aparece entre los municipios en alerta roja, pero la atención estatal para atender a crisis en este municipio, aparte del bono tecnológico, es completamente nula. “Aquí, debido a la sequía se perdieron alrededor de 400 manzanas de granos básicos y más de 200 cabeza de ganado”, aseguró el edil.
En esta emergencia, sostuvo Padilla, “no hemos tenido apoyo del gobierno. Incluso a muchos municipios les dieron un millón y medio para reparación de caminos, pero con nosotros todo quedó en pláticas”.
Igual situación se vive en Colomoncagua, Intibucá, otro de los municipios el occidente del país en alerta roja. Augusto Rivera, alcalde de este municipio relató que ahí, a pesar de que está lloviendo, el tema de la sequía es delicado.
“Aquí hay una división política muy grande, muy marcada, cuando el gobierno manda alguna ayuda, ésta no llega a la municipalidad, sino que se la entregan al líder del partido Libre para que la reparta a quien él considere de su conveniente”, condenó.
“Muchas veces el apoyo no llega a la gente que lo necesita, porque él escoge su gente. El gobierno mandó el bono tecnológico, pero se lo entregó a personas que no hace ni milpa y que tienen a sus hijos en Estados Unidos. A la gente que necesitaba no le dio”, lamentó Rivas.
Otro problema, a criterio de los alcaldes consultados, es que una vez entregado el paquete de ayuda, como los técnicos de la SAG no aparecen por ningún lado, los campesinos tienen que ingeniárselas para la siembra, ya que en el campo carecen de tecnología y de técnicas de manejo de los cultivos.
Por su parte Marlon Osorto, alcalde de Reitoca, sostuvo que previniendo una crisis de granos como consecuencia de la sequía, la municipalidad reactivó el banco de granos básicos, gracias al apoyo de 500 mil lempiras que le dio una institución privada.
Los riesgos de una crisis alimentaria, así como de la salud y la educación, están latentes. “Venimos de una crisis provocada por una pandemia y entramos a otra generada por la naturaleza. Las lluvias son erráticas lo que provoca incertidumbre en el campo. Ante ello lo que queda implementar algunas de prevención como el fortalecimiento de un banco de granos”, sostuvo Osorto.
Vulnerabilidad
El panorama humanitario para Honduras no es muy alentador para intervenir de forma coherente en situaciones de emergencia, según un boletín publicado en agosto de 2023 por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), una dependencia de la Secretaría de las Naciones Unidas.
El documento describe el fenómeno de El Niño como un patrón climático caracterizado por temperaturas oceánicas más cálidas de lo habitual en el Pacífico ecuatorial que afectará a Latinoamérica y el Caribe a lo largo del 2023.
Los impactos en Centroamérica, donde se incluye Honduras, son más pronunciados de julio a diciembre, mientras que el Caribe y Suramérica experimentan impactos más visibles de diciembre a marzo del siguiente año. Cabe destacar que la intensidad y el momento de los impactos pueden variar de un evento a otro.
Entre los efectos casi de inmediato señala las pérdidas de cosechas, una mayor inseguridad alimentaria, menor disponibilidad de agua para beber, para la agricultura y para la energía hidroeléctrica, inundaciones intensas que causan daños, desplazamientos, alza de temperaturas e incendios forestales y mayor incidencia de enfermedades transmitidas por vectores.
Como consecuencias a futuro destaca precipitaciones por debajo de la media en Centroamérica, afectaciones de la producción agrícola y un aumento de los índices de inseguridad alimentaria.
Nabil Kawas, exdecano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), sostuvo que el cambio climático es un fenómeno natural que se está presentando en algunos países en condiciones extremas y en otros en forma moderada.
Es de criterio que en el caso de Honduras El Niño, que se esperaba sería muy intenso, por el momento su presencia todavía es débil por lo que para septiembre y octubre se esperan lluvias casi normales, lo que podría favorecer la siembra de postrera.
“Esta alteración climática como tal se va a extender hasta el verano del próximo año, eso indica que hay que tener mucho cuidado con la recolección de agua, cuidarla para los distintos aprovechamientos ya que de ella depende el sector el agrícola, la ganadería, los reservorios de agua potable y la generación de energía eléctrica”, sugirió Kawas.