Familias hondureñas desprecian a sus hijos y se niegan a recibirlos
Las autoridades han encontrado a muchas madres y padres de menores abandonados, pero estos rechazan recibirlos. Dicen que no quieren saber nada de ellos.
De los cerca de 200 niños que han sido declarados en abandono en lo que va del año, muchos tienen a su madre o a su padre con vida, o algún familiar, pero no desean hacerse cargo de la crianza.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La pandemia por covid-19 azotaba al país, todo mundo tenía miedo a salir, pero aún así los vecinos de una colonia capitalina llamaron a la Dirección de la Niñez Adolescencia y Familia (Dinaf) denunciando que un niño no paraba de lamentarse, estaba golpeado.
Cuando los equipos de rescate llegaron, encontraron al pequeño Adán (nombre ficticio en cumplimiento a los derechos de la niñez) lleno de moretes, delgado y nervioso.
El pequeñito con capacidades especiales, de unos 15 años de edad en aquel entonces, era maltratado por su propio padre, por lo que fue llevado a una casa hogar donde le brindan todo lo necesario, contaron los encargados de recibir al menor.
Los equipos de la Dinaf y de la casa hogar donde permanece comenzaron una ardua búsqueda de la mamá, pero cuando la encontraron ella se negó rotundamente a aceptarlo. “Dijo que no quería saber nada de su hijo”, expresó una de las encargadas de la casa hogar.
El equipo de EL HERALDO Plus llegó hasta donde están esos angelitos caídos, abandonados o despreciados por las mismas personas que los trajeron a este mundo, por donde caminan con la ayuda de extraños sin dejarse vencer.
Adán hoy tiene 17 años y es muy tímido, ya que cuando llegó el equipo de EL HERALDO Plus al aula donde recibía clases se metió debajo de mesa, mientras su compañeros, también con capacidades especiales, saludaban con inocentes sonrisas.
De los cerca de 200 niños que han sido declarados en abandono en lo que va del año, muchos tienen a su madre o a su padre con vida, que ha sido identificada o a miembros de su familia, pero tristemente los desprecian.
Bajo la sombra de los árboles frondosos el calor y el sol se desvanecen, pero a la vez se hacen escuchar las risas de unos niños saltando inocentemente en el trampolín.
Uno de los encargados del centro, que no se menciona por solicitud de Dinaf, contó que los tres menores son hermanitos de 5, 7 y 9 añitos de edad.
La mamá de los niños los dejó con la abuela, quien vendía con ellos en los mercados de Comayagüela, pero la señora murió y fueron rescatados por la Dinaf.
A los meses, las autoridades lograron detectar que la mamá de los tres pequeños era un jovencita con un poco más de 20 años de edad que está en México, donde se estableció tras intentar llegar a Estados Unidos.
“No tiene interés de regresar por ellos, le hemos dicho que si va venir por ellos, pero no quiere, no le interesa, aunque sí los llama y habla con ellos”, expresó la encargada.
Nunca lo aceptó
Hay casos desgarradores, que muchas veces parecieran historias de ficción, como el de Iván (nombre ficticio también), un muchacho de unos 12 años de edad en aquel entonces.
El niño originario de Tela, Atlántida, quería estar con su mamá, todos los días pedía que lo llevaran con ella, pero la mujer rechazaba tenerlo bajo su cuidado y simplemente no quería tener un vinculo con su retoño.
“¿Por qué me tocó ella como mamá...?, ¿por qué mi mamá no me quiere...?”, se cuestionaba llorando el pequeño Iván todas las noches, pues el siempre intentaba acercarse a la mujer que lo trajo a la vida, pero ella no lo aceptaba.
Una vez lograron convencer a la mamá de que viera al niño para que compartiera con ella y supiera de la necesidad que tenía el menor de su calor y cercanía. Sería una visita supervisada, es decir, estarían las autoridades de Dinaf.
Los delegados de Dinaf junto con el niño esperaron a la señora durante cuatro horas en el parque de Tela, pero nunca llegó. Ya cansados decidieron regresar nuevamente a la casa hogar, con el pequeños, sin esperanzas.
Luego, se comunicaron con la señora, quien les dijo: “Yo los miré a ustedes sentados con mi hijo en el parque”. Ella obviamente lo reconoció, pero no se quiso acercar.
El niño fue asignado a una familia de protección, donde un cuidado muy responsable, la madre solidaria lo quería bastante y tenían un vínculo muy fuerte.
Estuvo tres años en el centro y no aprobó ningún grado, todos los años salía reprobado, porque él quería estar en la costa norte con su madre, no quería ir a clases, solo pasaba en las hortalizas que tiene la casa hogar.
Después, fue entregado a la familia solidaria. Hoy es un muchacho de 20 años y está por ingresar a la universidad, pero la mamá nunca aceptó criarlo. Pese a ello, él confiesa que si se la encuentra en las calles de Tela le ayudaría.
Gerson Carrasco, coordinador de Trabajo Social de un centro para menores, expresó que para ellos es fundamental que un niño regrese a su vínculo familiar y que no sea vulnerado en sus derechos.
Cuando les llega un niño de la Dinaf, lo primero que hacen es revisar la documentación, ver de dónde procede, quien lo inscribió en el Registro Nacional de las Personas y si tiene familia que pueda ser detectada.
Primero se busca a la madre o padre del menor. Si ellos lo rechazan se contactan a tíos o abuelos, con el fin de que no pierdan el vínculo familiar, se hacen visitas domiciliarias y se desarrolla un plan de reintegro.
Todo el año se hacen visitas en busca de familiares de niños abandonados, expresó Carrasco, y pese a que hay familias que rechazan recibir a los niños, todos preguntan: ¿Quién es mi mamá, dónde está?
Cuando se detecta una familia, se analiza si reúnen las condiciones para recibir al niño, qué dificultades tienen y si hay posibilidades de regresarlo al entorno.
Hogar
Los niños con capacidades especiales son entre los más rechazados y abandonados, por esos muchos crecen en los hogares hasta edades adultas. Al final, la gente que los cuida es su familia.
Por ejemplo, Rosita (nombre ficticio) llegó a los 9 años una casa hogar, tenía sus piernas atrofiadas y no podía caminar... su familia la abandonó completamente.
Fue operada en el centro donde la recibieron, logrando caminar, pero nunca encontró a sus padres, ella hoy es una persona adulta, siempre con capacidades especiales y ese lugar ahora es su casa.
Nilsa Flores, jefa de la Oficina Regional Centro-Oriente de la Dinaf, expresó que si una madre por alguna razón no quieren tener a su hijo, lo mejor es que den el consentimiento de manera voluntaria para que entre al sistema de adopción.
Si la misma madre da el consentimiento, el niño no se declara en abandono. Se realiza de inmediato el plan de adopción, pero eso también lleva un proceso, porque a veces la decisión de la mamá cambia y pide quedarse con el bebé.
Es por eso que se da asistencia psicológica, pero si en sede judicial la madre siempre manifiesta que no quiere tener al bebé, ella pierde todos los derechos y obligaciones con el niño y entra al proceso de adopción.
“Hay madres que rechazan al niño, entonces ellas mismas de manera directa dicen que no quieren tenerlo, es cuando entramos a todo el proceso de adopción”, expresó.
Cuando un niño se va entregar en adopción, se le da prioridad a las solicitudes nacionales, después a las de extranjeros, porque se quiere mantener el arraigo cultural.