Hasta tres “brochas”, pelear línea y un gran suplicio: así es viajar en los rapiditos de la capital

EL HERALDO Plus abordó un par de unidades ejecutivas para contar cómo se vive la experiencia en el transporte público. Ayudantes en un solo bus, palabrotas, alta velocidad y pelea de línea, sin contar las pésimas condiciones, es lo que experimentan los pasajeros

EL HERALDO abordó una unidad ejecutiva, conocida como “rapiloco” en el argot popular, para evidenciar lo que viven a diario los pasajeros de la capital de Honduras.

sáb 5 de agosto de 2023 a las 0:0

8:16 min. de lectura

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- No era uno, tampoco dos, eran tres “brochas”, aparte del cobrador, los que iban en el rapidito en el que me subí de la ruta Anillo periférico-UNAH.

Traían un vive tremendo en la unidad, dos de ellos en los asientos que están a la par del chofer y el otro haciéndole la doble al cobrador, colgados de la puerta, gritando: “¡Súbale!, ¡bájele!, ¡apúrele!, “¡póngale!”.

$!Los “brochas” son personajes que no pasan desapercibidos en los buses “ejecutivos”.

Venían con música a todo volumen para amenizar el recorrido, eso sí, variada para no aburrir a nadie; Tego Calderón (lo más nuevo), Enanitos Verdes y Diablos Negros sonaron por las bocinas.

EL HERALDO se subió a un par de rapiditos para evidenciar cómo es la vivencia en estas unidades, supuestamente ejecutivas, que brindan transporte público a miles de capitalinos.

$!Varias de las unidades ejecutivas que circulan en Honduras están despedazadas.

Rapiditos

Ya pasó más una década desde que los famosos buses ejecutivos, adoptados a la lengua catracha como “rapiditos”, comenzaron a inundar Honduras, hoy andan solo en Tegucigalpa casi 1,200 unidades de esta categoría.

Cuando los promovieron allá por 2010 decían que iban a tener seguridad privada, botones de pánico, personal certificado, barras detectoras y cobros electrónicos. En papel los vendieron como una maravilla, aunque la realidad que ni el aire acondicionado les sirve.

Ahora la justificación es que para implementar esos elementos ocupan 850 millones de lempiras.

Otra cosa que leí, iban a ser cambiados cada cinco años, ¡ja!, mentirosos. Bueno, pero la mayoría de los hondureños alguna vez de su vida, si no es que todos, le ha tocado andar en rapiditos, en mi caso, desde el colegio hasta un poco después de terminar la universidad, así que digamos que soy de la vieja escuela en recorridos.

Siendo cabal, ya días no me subía, pero de eso se trata, agarré el “rapiloco”, en el desvío a Mateo a inmediaciones de la Secretaría de Seguridad, sobre el anillo periférico, mejor conocido como “anillo de diamantes”, por todo lo que han gastado en bacheo.

$!EL HERALDO abordó la unidad a inmediaciones de la Secretaría de Seguridad en el anillo periférico.

El “rapiloco” venía volado cuando le hice parada, su ruta Anillo periférico - UNAH -Ulloa - UTH - La Sosa, con número de registro 387 y su carta de presentación: un cobrador en la puerta colgado y un “brocha” (ayudante) a la par de él, respirándole en la nuca.

Lo normal, apurados para subir la gente, “¡súbale!”, “¡apúrese!”, “¡suba la grada!”, “¡váyase hasta el fondo!” y todo eso apenas cuando uno va poner el pie en la primera grada.

De entrada las condiciones de la unidad que me tocó eran deprimente. El primer asiento, ese que está en frente de las gradas, no tenía respaldar, nada. Solo tenía la parte de abajo, pero si uno se quería recostar le caía al vecino que iba atrás.

Bueno, no puedo decir si el respaldar de ese asiento se cayó, lo quitaron o qué pasó, la cosa es que en los lados solo estaban los pedazos de tubos como armas corto punzantes listas para rayarles las piernas al que no se fijara.

$!Las condiciones en las que están las unidades del transporte público en Honduras son penosas.

¿Vivirá estas condiciones en los vehículos del Estado Rafael Barahona, comisionado del Instituto Hondureño de Transporte Terrestre (IHTT)? Hace un par de meses salió con la promesa -aunque no hay resultados- que iba formar una mesa para abordar “la calidad en el servicio del usuario” y que estaría conformada por el Banco Hondureño para la Producción y la Vivienda (Banhprovi), la Secretaría de Finanzas y la institución que lidera.

Volviendo al tema, me senté atrás de ese asiento en la segunda línea, al fondo el viejo Tego Calderón cantaba por la bocinas su última canción “te quiero a ti, mami, na más, yo no miro para al lao ni na, tú eres la receta que recetó mi doctor...” y pensé cómo disfrutaba en mi época de colegio que la música sonara así de fuerte.

Bueno, a medio tararear iba cuando... ¡sorpresa!, no es que el cobrador no solo andaba un brocha, no señor, andaba dos más, el combo completo y los reconocí porque venían muertos de la risa con el conductor, en los dos asientos que están a la par de él.

No, pues, era rebane, no puedo contar de qué se reían tanto, pero era como si la esquina de su barrio la hubieran transportado adentro de la unidad, cigarros a la par del radio, música al gusto, refresco en la mano, todo eso en medio de los pasajeros.

Por allá uno de los ayudantes le pasó el avisó al chofer que venía otro bus de la misma ruta muy cerca. Le dijo así: “Vo, maje, ponete abusado que allá viene el 873, ese maje no deja trabajar la mara”. Y ese mensaje le penetró en los tímpanos al conductor, un de contextura gruesa que andaba pantalón flojo, camisa ancha y una gorra plana de algún equipo de béisbol de Estados Unidos. Agarró ese timón y la palanca como enemigos.

$!Pelear línea es una de las situaciones que más pone en peligro a los usuarios del transporte público.

Le metió primera velocidad y en la segunda la caja chilló de la fuerza. Luego, tercera y ya una señora tenía que bajar y frenó de un golpe.

La mujer se tambaleó, la bajaron a la carrera; otro arrancón de locos, uno como hamaca y ahí cerca que subían unas jóvenes, todas apuradas las subieron como animalitos.

Aquellas mujeres buscando agarrarse del respaldar del primero asiento, pero no había nada; a buscar el tubo de arriba, ¿cuál tubo? Si solo había uno y estaba del otro lado. Bueno, para cuando se sentaron ya iban bien aporreadas.

$!Bajar de un “rapiloco” es tentar la muerte, los conductores medio paran y los pasajeros prácticamente se tiran.

Ahí por el puente del Loarque los dos buses estaban a la par, ventana con ventana, y empezó la pelea entre choferes, yo como todo periodista saqué mi teléfono y pretendí comenzar a grabar. “Pu..., loco, 34 minutos le dejé de salida al otro bus y vos venís ahogado”, le dijo el sujeto mientras su séquito de tres brochas y cobrador con la cabeza le daban la razón, al otro lado en la otra unidad el conductor le respondía más enojado.

En lo mejor, con tantos ojos, el cobrador me mira grabando y con su educación me dice: “¿Qué pedos, vos?, ¿qué estás grabando?”, y yo le respondo “nada”, enseñándole la cámara encendida, pero no le bastó, le puso la queja a su ayudante de puerta. “Ese man viene grabando, ponete chiva”, y el brocha de puerta les comunicó a sus dos colegas de asiento que los venían grabando.

$!EL HERALDO abordó varias unidades de transporte ejecutivas en diferentes puntos de la ciudad.

La desconfianza se entiende, solo este año 38 operarios del transporte han sido asesinados, este rubro pone los muertos por el tema de la extorsión, salir a la calle para ellos diariamente es un reto que se paga con la vida.

Los cinco voltearon a ver y solo se me ocurrió decir que iba a grabar el pique, pero creo que nadie me escuchó. La pelea entre los conductores terminó tan rápido como empezó, su negociación no quedó escrita en nada pero por algún motivo se comenzaron a dar espacio entre las paradas.

Llegamos al puente de residencial Honduras, donde pude con más detalle darle un vistazo a la unidad; están viejas, todos los asientos están maltratados, respaldares quebrados, tubos adaptados, el aire acondicionado malo o desconectado, timones y palancas viejas y no puedo decir que andaba sucio porque sería mentiroso, pero si puedo decir que son unidades que no son dignas de circular.

Me bajé en la siguiente parada, en Villas del Sol, casi me tiraron porque así funciona el movimiento; si hay pasajeros para subir, uno tiene más tiempo para bajar, pero si nadie sube, el chofer ni termina de frenar cuando uno ya tiene un pie en la calle medio empujado por el cobrador.

$!Son pocas las estaciones que respetan los conductores del transporte público.

Segunda experiencia

Un rato más tarde me moví a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), donde tomé otro bus de la ruta Carrizal- Metromall - Cascadas - UNAH-La Sosa, (hay un grupo de reguetón que así se llama y se dedica a poner género de la vieja escuela).

Agarré el bus con número de registro 831, exactamente frente al portón de entrada, el cobrador era un señor super delgado, extremadamente flaco, su talla -sin el ánimo de ofender- debió ser triple XS.

Educadamente me dijo que subiera algo rápido, el bus estaba más limpió que el anterior y su conductor iba solo, se miraba como de unos 45 a 50 años, un hombre más maduro que llevaba música un poco más suave.

$!Algunos cobradores, como el señor de la foto, mantienen un gran respeto por sus pasajeros.

Con suavidad arrancó desde un portón a otro mientras el chofer pregonaba la ruta a todo pulmón, las personas comenzaban a subir, no había tanta prisa, incluso una señora recibió apoyo para poder subir las gradas.

Viendo a detalle la unidad, el problema es el mismo, están muy viejas, deterioradas, asientos despedazados y, aunque sea repetitivo, el aire acondicionado es una promesas más sonadas, pero siempre permanece apagado.

La tercera parada fue en el lugar donde recientemente se accidentó una de estas unidades y que lastimosamente perdió la vida una persona que venía a exceso de velocidad.

Como el suceso ocurrió tan reciente, los comentarios en voz baja de los pasajeros sobre el tema no se hicieron esperar. Muchos de ellos estirando el cuello para tratar de ubicar cómo el bus pudo saltar la borda de casi un metro para terminar abajo del túnel.

$!En el lugar donde recientemente se accidentó una unidad ejecutiva, las personas comenzaron a comentar el suceso.

El recorrido en esta segunda unidad fue más pausado, tranquilo, aunque debo confesar que el clima de inseguridad que se respira en las unidades es tremendo, inunda la atmósfera, más cuando se suben algunos pasajeros de apariencia sospechosa -diríamos “fichitas”-, que Tal Vez son solo obreros, pero por la situación de violencia todos dudan de todos.

Ya por las gradas del Hato de Enmedio, por cierto ese paso a desnivel lo dejaron inconcluso, bajó una muchacha y el cobrador le ayudó a bajar las bolsas, hay que darle el crédito, este par de empleados del transporte público son más profesionales y, como en todo hay de todo, no se puede generalizar.

La vuelta en rapidito terminó en la parada de buses de Plaza Miraflores, frente a la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT), sobre el bulevar Fuerzas Armadas, donde ya se formaba una intensa cola de vehículos.

$!El recorrido en el segundo bus terminó en Plaza Miraflores. El viaje fue más tranquilo esta vez.

Un sabor agridulce quedó del recorrido, primero la mala experiencia en la primera unidad y después algo mejor en la segunda, lo que sí es indudable es que los buses están desgastados y no reúnen las condiciones para brindar un buen servicio a los usuarios, que las mentiras en cambiar las unidades siguen presentes sin que las autoridades hagan algo por presionar y que andar en rapidito es tener la vida vendida ante un accidente o un asalto, todo por falta de orden y voluntad para mejorar las cosas.

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