Siempre

El artículo de Octavio Carvajal: Lo inevitable

Con un alud de deudas atrasadas, aunque tengan un compás de espera, muchos comercios no abrirán más sus puertas ni así muera el coronavirus

19.04.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Palpables los fatales y caros efectos del coronavirus, sin prever lo que se viene. Marcados por la peste, no será fácil perder el temor y seguir, por ahora, viviendo anormales, enmascarados, con millones de desempleados por doquier y otro chorro en curso. Salud desprovista. Estamos en alas de cucaracha, con sueldos cortados, retiros obligados, con alimentos caros y escasos.

Y no todo ocupa Honduras, sino a las más grandes potencias como Estados Unidos, España e Italia. Todos sufren su peor crisis sanitaria y económica. Todo se vino al piso en poco tiempo. En un día se infectan y mueren miles por la pandemia del siglo. Aunque por desnutrición, cáncer y sida mueren más en el globo, el coronavirus es rápido, iracundo, virulento y demoledor.

Mentes

Muchos dicen que la plaga es más mediática que mortal. Que maquiavélicos atemorizan a la humanidad, asegurarle que si sale a la calle morirá rápido por el contagio. Tantas especulaciones, dimes y diretes de un lado y de otro, de “expertos” que todo lo saben y todo lo alivian con palabrerío en redes sociales y medios de prensa. ¡Tan galanes ustedes!

Países del primer mundo expiran ante el mal. Sus jefes siguen postrados sin hallar el remedio en medio del desborde de pacientes y cadáveres en los hospitales donde médicos, enfermeras, asistentes, camilleros, motoristas no solo se abaten ante la monumental alarma, sino que se infectan y hasta mueren por salvar a los enfermos.

Empero, en miles de recovecos prima, por un lado, la histeria y el pesimismo y, por el otro, sinfín de dudas de qué originó la plaga, si la ultrajada naturaleza o mentes aviesas que buscan socorros económicos y geopolíticos.

En aflicción suena mucho la caída de Nicolás Maduro en Venezuela y huele a una Tercera Guerra Mundial del norte hacia el sur.

Mientras dure el mal, la ansiedad arrastrará al mundo a diversos truenos y teorías sobre capitales. Empero, vemos, sin herir egos de versados en temas de salud y macroeconómicos, que los desvelos podrían empeorar. Si ahora hay cierre de negocios, seguro que poco a poco serán sepultados emporios vistos como imbatibles antes de la plaga.

Muerte

En Honduras, quienes también logren sobrevivir al embate financiero del virus, no nos cabe ninguna duda que apenas abran “normalmente”, cerrarán más temprano que tarde. Muchos querrán seguir, pero pocos quedarán con oxígeno, aturdidos, posiblemente más endeudados, con pérdidas irrecuperables, casi en postración total. Esto palpamos.

Aquí, muchos tendrán que dejar de llorar por todo y por nada. Aprender a soltar y “bombardear” sus marcas en medios de prensa justos, sin presiones lisonjeras de ningún tipo, donde la labia sea efectiva y no afectiva por creer lo que no son, el qué dirán o el qué inventarán. Cuentas claras, amistades largas.

La peste podría ser un serio aviso de algo peor por venir. No más astucias, manías absurdas ni altivez. Este mal debe moler el disimulo de miles que aún piensan que el dinero lo es todo en la vida. Inevitablemente perdimos los estribos por una invisible partícula mortal e implacable. El que tenga oídos…