Según epidemiólogos, los niños son más vulnerables ante el dengue porque no han tenido ningún serotipo de la enfermedad.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La fiebre sucumbía el cuerpo de Gael, quien como cualquier niño reaccionaba de forma natural, llorando. El cuerpo del pequeño ardía, sus mejillas estaban rojas, aunque sus labios se tornaban pálidos.
“Tiene 40 grados”, dijo la enfermera, quien pidió a la madre, Alejandra, que lo bañara de forma inmediata, pues la acetaminofén no estaba haciendo efecto. Le hicieron varios exámenes y, casi dos horas después, los resultados indicaron que tenía dengue grave.
El médico de turno ordenó dejarlo en observación esa noche, pero como no lograban estabilizar los niveles en sus plaquetas tuvo que quedarse interno por tres días.
Por su edad, Gael estaba dentro del grupo poblacional más vulnerable ante el dengue: el pediátrico, pero la investigación “Dengue y factores que influyen en la severidad en Honduras: un estudio descriptivo y analítico”, publicado en 2024, evidencia que 8% de las personas que tuvieron dengue grave entre 2016 y 2022 también padecían de comorbilidades.
El estudio solo tomó como muestra a 14,687 diagnosticados con pruebas PCR, sin embargo, los resultados evidencian que más de la mitad de las personas con obesidad que tuvieron dengue presentaron signos de alarma o la necesitaron hospitalización. Este patrón se repitió con otras enfermedades, donde la mayor parte de caso sufrieron síntomas fuertes o graves.
“Todas las comorbilidades pueden condicionar aún peor desenlace, sobre todo de un cuadro clínico grave”, explicó la investigadora Dilcia Sauceda, directora del Instituto de Investigación en Ciencias Médicas y Derecho a la Salud de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Agravante por comorbilidad
El estudio, realizado por Sauceda y los médicos Melba Zúniga, Marlon Meléndez, Saroni Rodríguez, Héctor Figueroa, Jorge López y Sandra Paz, evidencia que las personas que padecían de algunas comorbilidades sufrían en mayor número de dengue con signos de alarma (que presentó uno o varios síntomas) y dengue grave.
Por ejemplo, de los 14,687 casos clínicamente comprobados, 334 usaban medicamentos antiinflamatorios sin esteroides, pero de esa cifra el 62% había sufrido de dengue con signos de alarma o dengue grave.
Es decir, por cada 10 pacientes con comorbilidades que usaban antiinflamatorios sin esteroides, seis reportaron uno o más síntomas de la enfermedad de manera fuerte o necesitaron ser hospitalizados. Las personas con obesidad también aparecían como las más afectadas, pues más de la mitad registraron signos de alarma o dengue grave.
En el caso de los pacientes con diabetes, el 40 de los 131 casos con dengue presentaron la enfermedad con signos de alarma o de manera severa.
También hubo 130 personas que padecían de hipertensión arterial y tras ser picadas por el mosquito Aedes Aegypti, 83 de ellas tuvieron dengue sin signos de alarma, 38 con signos de alarma y 9 dengue grave.
Si hacemos una conversión matemática, esto significa que por cada 10 hondureños que padecían de la presión arterial y dieron positivo en dengue, 6 sufrieron de la enfermedad sin síntomas fuertes, 3 con signos de alarma y 1 con dengue grave o hemorrágico.
En total fueron nueve las comorbilidades o uso de medicamentos que plasmó el estudio en los pacientes con dengue. Además, se incluyo a las mujeres de 15 a 49 años en edad fértil, pues también estaban dentro del grupo de personas vulnerables, especialmente las mujeres embarazadas.
Según la investigación, las comorbilidades, como diabetes, hipertensión, las enfermedades renales y hepáticas se describen como predictores de gravedad del dengue.
“De las comorbilidades presentes, la relación entre la hipertensión y la clasificación clínica de dengue fue estadísticamente significativa. Los mecanismos que permiten esta relación no se entienden completamente, sin embargo, la hipertensión causa disfunción y deterioro endotelial de la regulación vascular, lo que podría aumentar la probabilidad de complicaciones por fuga de plasma”, menciona la página 7 del documento.
Según la doctora Sauceda, esto se traduce de forma sencilla: “una persona en una condición grave, si tiene comorbilidades, obviamente va a tener menos chances que una persona en una condición grave que no tenga comorbilidades” para superar la enfermedad.
En diálogo con EL HERALDO Plus, la investigadora también afirmó que los pacientes con dengue sin signos de alarma llegaron a un centro asistencial tres días después del inicio de los síntomas, mientras que los que presentaron dengue con signos de alarma y dengue grave llegaron a los cuatro días de haber iniciado los síntomas.
Edad también influye
En 2022, el examen que le hicieron a Gael resultó positivo. Tenía apenas 2 años, por eso resultó extraño en la familia que si el serotipo que lo infectó estaba en casa fuera el niño el único con la enfermedad.
El médico no explicó el porqué, solo advirtió a Alejandra, la mamá, que el pequeño durmiera con mosquitero y que en el día usara repelente.
Los casos de dengue en personas en edad pediátrica históricamente han sido mayores en comparación con los reportados en adultos o adultos mayores, aunque al revisar los registros por rango de edad, los niños de 5 a 9 años desarrollaron con mayor frecuencia signos de alarma o dengue grave.
Hablamos que por cada 10 menores de 5-9 años con dengue, 6 tuvieron síntomas de alarma o fueron hospitalizados.
En menor cantidad, los niños de 0 a 4 años también mostraban el mismo patrón, al igual que los que estaban en edades de 10 a 19 años.
Sauceda resaltó lo que decía la investigación del dengue entre 2016 y 2022 en Honduras: el grupo de edad de 5-9 años fue el que presentó mayor probabilidad de dengue grave en comparación del resto de grupos de edad.
Detalló que los menores son los más afectados porque “esta población pediátrica, sobre todo en edades tempranas, no tienen protección de infecciones previas de otros serotipos”.
Esta opinión fue compartida por el epidemiólogo Manuel Sierra, quien también lamentó que los casos registrados actualmente están aumentando la mortalidad en niños y adolescentes porque el dengue les está desarrollando complicaciones inusuales, como miocarditis, daño renal y hepatitis.
Ante esto, Sierra pidió a la población destruir los criaderos de zancudo, limpiar las pilas y utilizar mallas metálicas en las puertas y ventanas porque eso evita la entrada del mosquito Aedes Aegypti.
“Si una persona empieza con fiebre se empieza a hidratar, eso significa tomar líquidos abundantes, cualquier tipo de líquido, acetaminofén para manejar la fiebre y luego buscar siempre los signos de alarma que le dije: una fiebre intensa, fatiga intensa, vómitos incontrolables y dolor abdominal, que son las cosas más llaman la atención”, sugirió.
Además, recomendó acudir al médico para ser evaluado, porque “la mayor parte de los casos de muerte que hemos visto es por personas que llegan después de tener tres, cuatro días de signos de alarma”.
Incidencia por región
El sur y occidente de Honduras reportó un grave problema: 7 de cada 10 casos en Choluteca, Valle y Copán presentaron signos de alarma o dengue grave.
En Francisco Morazán, uno de los puntos geográficos con mayor población, el 38.3% de los casos registrados en el estudio indican que los afectados tenían dengue con signos de alarma y el 16.2% reportó dengue severo.
“Hay departamentos como Comayagua, La Paz y Valle donde sí encontramos que los pacientes que procedían de ahí presentaban mayor posibilidad de gravedad”, lamentó Sauceda, al explicar que puede estar relacionado con el acceso a los servicios de salud.
La investigadora dijo que en Tegucigalpa, donde hay un acceso fácil a un centro de salud o a un hospital, se observó que la enfermedad no tuvo agravantes de la magnitud de Choluteca, Valle y Copán, pero sí reportó cifras cercanas. Lo mismo pasó con Cortés y Santa Bárbara.
Para Manuel Sierra, el dengue se concentra donde hay más población, pues el mosquito transmisor además de criarse en agua estancada, sobrevive de la sangre humana.