Pérdidas e inseguridad por apagones: “Uno trabaja con miedo, todo está oscuro”
EL HERALDO Plus recorrió la capital de noche, donde la gente trabaja bajo las tinieblas. Los comerciantes acuden a focos recargables para mantene la operación, pero las ventas están en picada
Don Julio Espinoza, un habitante de la capital de Honduras, se la ingenia para solucionar los problemas que generan los apagones provocados por la falta de energía.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La música folklórica sonaba en la oscuridad, mientras un carro con las luces encendidas alumbraba a un grupo de jovencitos vestidos con trajes típicos afuera del parque de San José de La Vega en Tegucigalpa, capital de Honduras.
Los apagones provocados por el déficit de energía en el sistema de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) los han obligado a improvisar y a ensayar enmedio de las tinieblas.
El problema es que cuando se va la energía eléctrica cierran el parque, que generalmente permanece abierto hasta las 9:00 de la noche cuando hay fluido eléctrico.
A las 6:00 de la tarde, la luz del día se va desvaneciendo y no queda otra opción que buscar los fósforos y las candelas o las lámparas recargables para esperar que pase el apagón con el miedo que trae la noche.
En Tegucigalpa y Comayagüela las fallas de la energía eléctrica se han vuelto un dolor de cabeza, igual que en el resto de Honduras.
Los ciudadanos no dejan de lanzar maldiciones a las actuales autoridades de gobierno, atribuyéndoles la culpa por las noches oscuras y los horas de hambre al no poder cocinar.
Las familias se encierran, los espacios públicos y de esparcimiento se quedan solos, los negocios reportan una caída en las ventas y muchas personas arriesgan la vida debido a que tienen que trabajar en zonas inseguras y oscuras.
EL HERALDO Plus recorrió la capital en pleno apagón, sintiendo el malestar de las personas y el sacrificio que muchos hacen para poder seguir con sus vidas y cumplir con los compromisos que de una u otra manera requieren de energía eléctrica.
Ángel Vásquez, director del Grupo Folklórico Guaymuras, comentó que ellos ensayan los días de semana por la noche y los fines de semana, debido a que en el día los integrantes estudian y trabajan.
"Ahorita con la falta de energía, mire...nos toca improvisar con el carro encendido poniendo las luces, gastando gasolina y traemos un parlante recargable para la música”, evidenció el artista.
Los jóvenes no pueden dejar de ensayar los bailes, porque el 24 de junio van a representar a Tegucigalpa en un festival nacional de danza que se desarrolla en la ciudad de Choluteca, sur de Honduras.
Muy cerca de ese lugar, la joven Tatiana Canales preparaba baleadas a puro cálculo, solo tiene una lámpara que le prestó un conocido. Logra vender porque es conocida entre los vecinos.
“Uno trabaja con miedo, porque todo está oscuro y la inseguridad en este país es alta, usted sabe que de noche todos los gatos son pardos, como dice el dicho”, expresó la comerciante, en referencia a que no sabe quién la puede sorprender.
Inseguridad
Desde afuera se miraban las luces de una candela al interior de una casa, protegida por una verja. Era una familia reunida en la sala, platicando sobre qué iban a cenar, pues ya tenían más de una hora sin energía.
“Buenas, somos de EL HERALDO, andamos viendo cómo están haciendo con el problema de los apagones”, comentó el periodista con el fin de poder hablar con ellos, solicitando a renglón seguido permiso para ingresar.
“¿!Qué quiere que le digamos!? Aquí estamos fregados, no hemos cenado porque sin luz no podemos hacer nada”, expresó una señora, negándose a salir y abrir la puerta, pues todo estaba oscuro, acentuando la inseguridad.
De un callejón en dirección a una pulpería salió el maestro Julio Espinoza, quien contó que hace como dos años trajo una lampara recargable de Miami, Estados Unidos, sin saber que este aparato iba a salvarlo de las oscuras noches.
“La falta de energía nos afecta en gran manera porque la delincuencia prácticamente ha aumentado y, al dejar sin luz estas zonas, los delincuentes se aprovechan”, lamentó el señor.
Otro problema es que los aparatos eléctricos se arruinan, debido a que cuando la energía no es estable al regresar, además que la comida se daña, en especial cuando las interrupciones son prolongadas.
Para el capitalino, el problema es que los cortes son constantes de dos a tres horas desde hace unas dos semanas, algo que no se miraba desde hace muchos años. “Ahora andamos atemorizados, porque no hay seguridad, de vez en cuando se ven algunos elementos de la policía”, expresó.
En efecto, desde finales de mayo e inicios de junio se han agudizado las interrupciones de energía en varias partes de Honduras debido a la poca demanda energética.
Según autoridades de la ENEE, en este momento Honduras demanda en su máximo pico unos 1,700 megavatios de energía, pero solo tiene capacidad de generar unos 1,560 megavatios.
Los funcionarios atribuyen este comportamiento a que las plantas de energía renovable -como las hidroeléctricas- no producen lo suficiente debido a la sequía que azota el país, además que los gobiernos anteriores no invirtieron lo suficiente en el sistema eléctrico.
Para los expertos, el gobierno actual no actuó a tiempo, pese a que ya sabían el desalentador pronóstico. Como medida, la ENEE ha anunciado un calendario de interrupciones del fluido por circuitos, dependiendo de la disponibilidad de energía.
La gente solo quiere respuestas. Como Marcos Martínez, un vendedor de chimbos de gas, que salió de una casa alumbrando con el teléfono y sujetando los recipientes, dirigiéndose hacia la motocicleta que usa para transportarse.
Un tanto nervioso y desesperado por salir del lugar intentó encender el vehículo de dos ruega, pero no arrancaba. Mientras le hacía unos ajustes, el repartidor comentó a EL HERALDO que “hay lugares que no me meto así oscuro, da miedo, pero uno pierde porque deja de trabajar”.
Comayagüela es una zona comercial y hay muchos negocios que trabajan hasta las 2:00 de la mañana, pues mucha gente busca frintajas y refrescos en horas de la madrugada.
Emilia Reyes tiene un puesto donde vende ropa, contiguo a una pequeña chiclera. “Estamos comprando focos recargables porque nosotros trabajamos de noche, cerramos a las 2:00 de la mañana”, contó a EL HERALDO.
La señora, quien vende en el sector de La Torocagua, expresó que esta semana han sufrido dos apagones y tienen que cerrar por la inseguridad. Los productos congelados, principalmente las sodas, se calientan. A oscuras, la gente no compra.
Unos metros más abajo estaba una pareja de emprendedores, Gabriela y Jorge. Se dedican a vender productos de elotes, tienen diez años de trabajar en la noche con su negocio, pero los apagones los están afectando.
“Comenzamos a vender a las 4:30 de la tarde y generalmente nos vamos a las 8:00 de la noche, pero cuando se va la luz se para la venta porque la gente no pasa”, expresó Gabriela.
Ya eran más de 8:00 de la noche y los luchadores vendedores todavía tenían bastante producto. “Tomen, cómanse un elote”, ofreció Jorge a los reporteros sin aceptar un ‘no’, pues ya se alistaba para irse con la esperanza de que al siguiente día no se vaya la energía.
Un capitalino ironizó que en el gobierno anterior al menos “solo se iba la energía el día que se realizaban las elecciones”, ahora es frecuente, semanal. “Estamos más fregados”, recriminó.
Otra señora lamentó que el nuevo negocio son los focos recargables, “ahora valen el doble y uno no los puede comprar fácilmente”.
Desde las zonas altas de la capital las colonias se ven como un rompecabezas, con manchones negros, como carentes de una pieza, pero cuando regresa la energía parecen luces de Navidad, que se encienden por partes y la algarabía no puede faltar: es la alegría de la luz.