La portada de “El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot” (Gustavo Campos, Editorial Nagg y Nell, 2018) nos informa que ganó el premio único del Certamen Centroamericano de Novela Corta 2016.
A pesar de la imposición del sustantivo en el nombre del premio otorgado por la Sociedad Literaria de Honduras, esta obra se resiste a ser una novela.
Es más bien una colección de textos bastante heterogénea, unificada por los trabajos, confesiones y bromas del personaje principal: Eduardo Ilussio Hocquetot, un escritor que en algunos fragmentos se nos muestra increíblemente mordaz y, en otros, tristemente cursi.
Desestructuración inclusiva
La primera parte del libro lleva el nombre del personaje principal y presenta cierta preocupación nacional por la pérdida de uno de sus libros. En la segunda parte, “Vidas posibles”, se olvida esa preocupación y asistimos a los experimentos literarios de Hocquetot, a la difícil búsqueda que implica la escritura de sus obras.
Lo interesante del libro, sin embargo, no es la estructura, sino la ausencia de estructura. En esa desestructuración que nos propone el escritor como juego narrativo cabe de todo, incluso 22 páginas de fragmentos de guiones cinematográficos -tomados de películas clásicas- cuya calidad sobresale entre el resto del libro.
En la página 63 encontramos que el perspicaz Hocquetot es capaz de llegar a las mismas conclusiones que los personajes de “Linterna Verde”: El miedo es más poderoso que la voluntad.
Tanto cabe en este libro que incluye dos capítulos casi completos de la novela anterior de Campos, “Los inacabados”: “La gran liquidación” y el “Evangelio samsiano”.
El fragmento “El mundo es un puñado de polvo”, interrumpido por la aparición de una señora adulona y extraña en el contexto en que se desarrolla la acción, es un ejercicio de comentario literario sobre la obra de Jorge Martínez Mejía.
La invención del escritor
Uno de los fragmentos más interesantes es el titulado “Amapa”, por la invención de un objeto eternamente en movimiento y en la misma medida cambiante, una especie de punto de incertidumbre que deja de ser cuando nos percatamos de su existencia.
Todo el libro, además, está cruzado por una enorme cantidad de referencias que nos hablan de una cierta constancia en las lecturas del autor.
Son tantas que a veces parece que nos enfrentamos a un listado de referencias, también heterogéneas, casi como las concordancias que traen algunas Biblias, y no con un texto narrativo.
Sin embargo, “El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot” tiene un gran valor experimental y demuestra que su autor se toma en serio incluso el humor en la literatura.
Este ejercicio estilístico es prometedor y hace avizorar futuros trabajos de mayor refinación narrativa. ¡Enhorabuena!.
