9 de cada 10 hondureños desempleados no tienen educación universitaria
Paradójicamente, los desempleados en Honduras reportan más años de escolaridad que quienes trabajan. El desempleo afecta más a los jóvenes, al sexo masculino y en la ciudad
Muchos de jóvenes recién graduados de educación media y superior terminan frustrados cuando no encuentran rápidamente una oportunidad laboral en el mercado nacional.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS. El consejo de los padres hondureños cuando los hijos son pequeños es que estudien para que sean profesionales, pues para muchos progenitores que apenas lograron cursar la primaria la formación académica permite alcanzar mayores oportunidades.
No obstante, las cifras dicen que se trata de una verdad a medias porque no siempre tener estudios permite a los hondureños encontrar un trabajo acorde a su formación, aunque -en muchos casos- sí tiene un impacto al momento de hablar de una remuneración económica.
¿Cómo lo sabemos? Para contestar a este interrogante primero tenemos que hablar de la fuerza de trabajo (personas mayores de 15 años en edad laboral) que, según la Encuesta de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de 2022, supera los cuatro millones de personas.
Además, hay 348,858 personas que están desocupadas (no tenían un empleo pero estaban buscando unos). Si dividimos esos casos por el nivel académico de cada desempleado podemos decir que por 10 personas sin trabajo 8 tenían estudios de primaria o secundaria completos.
Además, hay 14,687 personas que dijeron que no tenían un nivel educativo y que buscaban un empleo.
En ese sentido, nueve de cada diez desempleados no cursaron estudios a nivel superior.
En el caso de las personas ocupadas (hondureños mayores de 15 años que manifiestan tener un empleo) el 79% de los trabajadores solo tenían estudios escolares o la secundaria completa y 447,031 habían estudiado en la universidad.
Las cifras, que fueron analizadas por la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus, también indican que las personas que no tienen empleo dedican más tiempo al estudio, sin embargo, el país queda en deuda con ellos.
Por ejemplo, en el caso de los empleados que culminaron la primaria el promedio de años de estudio era de 5.1, mientras los que tenían este mismo nivel educativo completo, pero no gozaban de empleo era de 5.4.
Lo mismo ocurre entre la fuerza de trabajo con la secundaria completa: los desocupados tenían un promedio de estudio de 10.9 y los ocupados de 10.7. En el nivel superior las cifras se revirtieron, pues quienes trabajaban superaban el promedio de años de estudio de los que estaban desocupados.
Una fuerza menospreciada
Para el dirigente obrero José Luis Baquedano, el país tiene un capital humano muy calificado, pero muy poco valorado internamente, pero en el extranjero no solo es vista como mano de obra muy calificada, sino bastante también apreciada.
Por su capacidad y formación, el hondureño tiene un mercado abierto a nivel internacional. Si bien unos solo tienen sexto grado pero son muy hábiles en su área de trabajo. Son polifacéticos- no solo dominan un oficio- y eso les da un valor agregado.
Desgraciadamente la tasa de desempleo en el país es muy alta, por muy calificados que estén los jóvenes no encuentran oportunidades de trabajo y para no hundirse en la pobreza muchos optan por migrar y así Honduras se van quedando sin su mejor activo, lamentó Baquedano.
“Se requiere de forma urgente inversión, tanto pública como privada, incentivar a empresarios nacionales como extranjeros para que inviertan en el país, porque de lo contrario vamos a seguir teniendo esa cantidad enorme de jóvenes que están entrando al mercado laboral sin tener una oportunidad” .
Por eso, el sector laboral presentó la propuesta de una mesa anticrisis, donde “esperaríamos que se sentaran trabajadores, empresarios y gobierno a hacer los análisis correspondientes” sobre el tema del empleo, el desempleo, la inversión, la productividad, factores fundamentales para que en el país se genera oportunidades laborales a corto, mediano y largo plazo.
En este momento lo que hemos visto es que muchas empresas han cerrado. Se van del país por el tema de la inseguridad política, la inseguridad ciudadana, la inseguridad jurídica y el tema de la extorsión, añadió el dirigente obrero.
Rango de edad
La fuerza de trabajo en Honduras es mayor en las personas de 19 a 24 años, pero también en quienes tienen entre 36 a 59 años.
Los datos del INE también muestran que a partir de los 30 años la cantidad de personas ocupadas aumenta, aunque cuando tienen 60 o más la cifra cae a la mitad.
Al hacer el mismo análisis con las personas desempleadas observamos que los jóvenes de 19 a 24 años son los que más sufren por la falta de un trabajo.
Para 2022, los hondureños con edades entre 25 y 29 años sin un empleo superaban los 49,300 casos. Seguidamente están las personas de entre 15 y 18 años (fueron 47,747 casos), quienes buscaban un empleo, pero no pudieron obtenerlo.
Los datos, según rango de edad, indican que a partir de los 15 años los hondureños sufren de desempleo, pero la situación impacta con mayor fuerza en los jóvenes y adultos.
Frente a esta realidad, Héctor Escoto, miembro del sindicato del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), consideró que anualmente el sector trabajador, independiente de la edad de la Población económicamente Activa (PEA), se enfrenta con la realidad del desempleo, la inadecuada aplicación de normativa laboral y la incapacidad de organización sindical.
¿De qué sirve tener un recurso humano altamente capacitado si al final no encuentra un puesto de trabajo? La tasa de desempleo es alta, por lo que muchas personas altamente calificadas cayeron en el subempleo donde trabajan más de ocho horas diarias por una raquítica remuneración, cuestionó Escoto.
Por otro lado, las necesidades del mercado están llevando a que los hondureños cada vez se capaciten más, saben que de lo contrario van a quedar excluidos. Su frustración es cuando no encuentran una oportunidad acorde a su formación y se ven obligados a migrar, reflexiono el dirigente sindical.
Impacto área urbana
En el país el 9% de la fuerza laboral está desempleada y en las ciudades se observa más el impacto. El INE menciona que de los 348,858 desempleados, 245,561 eran del área urbana y el resto del área rural.
Además, el 53% eran hombres. El porcentaje muestra una diferencia mínima que evidencia que las mujeres sufren menos de desempleo, pero también está estrechamente relacionado con que en el país hay más mujeres que hombres.
Para el analista Miguel Cálix, por la concentración poblacional es normal que el desempleo se concentre en las áreas urbanas. Además, el mercado laboral a nivel internacional y nacional ha cambiado con la irrupción de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, mientras que la dirigencia obrera no ha sido capaz de modernizar y reorientar su rol en la defensa de los intereses socioeconómicos del sector trabajador.
“Nosotros apreciamos una dirigencia obrera todavía con discursos y patrones del pasado, eminentemente discursiva y con una membresía cada vez menor en la organización sindical. La organización sindical o el modelo de organización sindical es un modelo del siglo XX que no se ha renovado”, lamentó.
El modelo tripartito que desarrolló la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que tanto ha durado para las negociaciones del salario mínimo, para el tema de seguridad social, debería girar a metas más ambiciosas y crear mecanismos de protección social que cubran a la gran masa laboral hondureña, esté o no esté incorporado en el sector formal.
El sector obrero tiene que tener una visión más amplia, sin dejar de tocar el tema de generación de empleos y salarios dignos tienen que ver con el establecimiento de un plan digno de retiro del trabajador.
Miles de hondureños actualmente están aportando a la economía nacional, sin embargo, el impacto de su contribución a la economía nacional no está siendo retribuido por el gobierno, en la proporción en la que ese esfuerzo se está haciendo, analizó Cálix.
De acuerdo con el analista, el verdadero crecimiento económico de un país se logra incentivando la inversión, no desincentivando. Por lo tanto, el sector obrero debe estar vigilante de lo que el Estado hace en cuanto a políticas de generación de empleo, en cuanto a políticas de inversión y en cuanto a políticas de protección social.
Si bien es cierto que desde ciertas perspectivas ideológicas el sector empresarial y el sector obrero podrían encontrarse eternamente enfrentados, la verdad es que uno no puede existir sin el otro.
Por lo tanto, necesitan desarrollar una relación simbiótica en la que ambos ganen y dejen de verse como enemigos. Al final, el trabajador necesita del patrón y el patrón necesita del trabajador y entre ambos construyen riqueza, expresó Cálix.